Un zoológico para los enmascarados de Chiclana
Juan José Téllez (La Voz de Cádiz miércoles 30/I/2008)
El Tempul queda lejos. La Mancomunidad de la Bahía de Cádiz tendría que plantearse seriamente la creación de un zoológico. Pero de especies peligrosas, con perdón sea dicho respecto a las serpientes y, por supuesto, a los leones. A los energúmenos que se anticiparon al Carnaval enmascarándose sin la gracia de un antifaz ni la elegancia de las caretas venecianas; a los violentos que la emprendieron a golpes durante el último encuentro de fútbol entre los juveniles del Chiclana y el Conil, habría que reservarles cuanto menos el islote del Parque Jurásico. Y menos mal que eran los juveniles. Si llegan a ser los seniors de cualquier equipo, lo mismo acuden con bazookas y kalashnikov en lugar de con bates de béisbol y katanas medio samurais, medio albaceteñas.
Ignoro si somos hijos de Adán y Eva, pero el ser humano es hijo de mala madre. Y en España se estila mucho lo de hijos de Caín. A falta de kale borroka y ya que aquí no nos peleamos todavía por la bandera de Puntales, cualquier pretexto es bueno para que salga el cromagnon que algunos llevamos dentro. Y el fútbol suele ser un formidable pretexto para sincronizar nuestros relojes con la Edad de Piedra.
Por mucho menos, en tiempos, este país organizaba guerras civiles con la misma naturalidad que si fuera la liga de campeones. Algo hemos mejorado, sin duda alguna: muy de aplaudir fue que, en el caso de esa venganza colectiva, golpe a golpe y sin versos machadianos, hayan sido los dos equipos, el Chiclana y el Conil quienes se hayan apresurado a interponer una denuncia contra los agresores enmascarados. A pesar del estúpido localismo con que siguen parcelando a los andaluces, aquí no vale, al menos y por fortuna, eso tan socorrido de «con los nuestros, con razón o sin ella», una máxima miope que todavía enardece en otras zonas del Estado a las hinchadas del nacionalismo excluyente.
En nuestro país, de un tiempo a esta parte, hay mucha gente buscando bronca a pecho descubierto y sin pasamontañas en el rostro. Pero habrá que recordarles a los más jóvenes que la muerte no consiste en que te maten en un nivel de la play station y puedas pasar a otro con tan sólo darle a un botoncito. La vida no cuenta con efectos especiales ni podemos permitirnos el lujo de rebobinar. Todo es en muerto y en directo, con todo el dolor que ello conlleva y sin grandes posibilidades de corregir nuestros actos sino tan sólo, de tarde en tarde, arrepentirnos de sus consecuencias.
Antiguamente, en Cádiz, a los gamberros y a los borrachos, se les metía en La Prevención para que sosegaran su furia o durmiesen la mona. A la vista de lo ocurrido durante la mañana del último domingo en el campo chiclanero, no bastaría con tan entrañable calabozo.
Y quizá hiciera falta un zoológico mancomunado a este lado de la Bahía. A veces, uno tiene la tentación de darle la razón a los creacionistas y pensar que el ser humano no procede del mono tal y como presumió el hereje Charles Darwin: resulta impensable que una especie tan mezquina como la nuestra descienda de un animal tan noble e inteligente como el simio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario