30 años de la democracia (Iñaki Gabilondo)
"En junio de 1977, al mundo lo sostenían en equilibrio precario dos certidumbres que se apuntaban con sus bombas atómicas, pero a nosotros el mundo nos pillaba muy lejos. Aquella España no se parecía en nada a ésta. Teníamos un 44% de inflación pero no lo valorábamos. Para empezar no sabíamos que era inflación.
Y, además, para los españoles, salvo para unos pocos, vivir siempre quiso decir vivir con muchos apuros. Ahora hace treinta años todo iba muy aprisa pero no sabíamos hacia donde. La cosa era salir del cuartel, que eso nos parecía España, y respirar el aire de la calle, sacudirse la caspa, pasar del blanco y negro al technicolor. Ser como los demás, y no la reserva espiritual de nada. Mandaban el miedo y la esperanza.
El miedo a que regresara un pasado fratricida, casi vivo entonces en cada ciudad y cada familia, y la esperanza imprecisa de algo mejor. Con todo esto, la política que estrenamos fue alternativamente ingenua y sabia, audaz y precavida... Pero, sobre todo, generosa Y aprendimos para siempre que para hacer algo grande hace falta grandeza, y que no sirve la política de a diario, la de regate corto, zancadilla y un ojo en las urnas.
Con los usos de hoy no se hubiera legalizado el Partido Comunista, no se hubieran firmado los Pactos de la Moncloa, ni los Estatutos ni la Constitución. Así y todo, se ha hecho tanto, que mirar hacia atrás nos hace sentirnos orgullosos de este país. Y Suárez se nos ha quedado dormido, como si le hubiéramos encomendado que cuidara de nuestros sueños".
"En junio de 1977, al mundo lo sostenían en equilibrio precario dos certidumbres que se apuntaban con sus bombas atómicas, pero a nosotros el mundo nos pillaba muy lejos. Aquella España no se parecía en nada a ésta. Teníamos un 44% de inflación pero no lo valorábamos. Para empezar no sabíamos que era inflación.
Y, además, para los españoles, salvo para unos pocos, vivir siempre quiso decir vivir con muchos apuros. Ahora hace treinta años todo iba muy aprisa pero no sabíamos hacia donde. La cosa era salir del cuartel, que eso nos parecía España, y respirar el aire de la calle, sacudirse la caspa, pasar del blanco y negro al technicolor. Ser como los demás, y no la reserva espiritual de nada. Mandaban el miedo y la esperanza.
El miedo a que regresara un pasado fratricida, casi vivo entonces en cada ciudad y cada familia, y la esperanza imprecisa de algo mejor. Con todo esto, la política que estrenamos fue alternativamente ingenua y sabia, audaz y precavida... Pero, sobre todo, generosa Y aprendimos para siempre que para hacer algo grande hace falta grandeza, y que no sirve la política de a diario, la de regate corto, zancadilla y un ojo en las urnas.
Con los usos de hoy no se hubiera legalizado el Partido Comunista, no se hubieran firmado los Pactos de la Moncloa, ni los Estatutos ni la Constitución. Así y todo, se ha hecho tanto, que mirar hacia atrás nos hace sentirnos orgullosos de este país. Y Suárez se nos ha quedado dormido, como si le hubiéramos encomendado que cuidara de nuestros sueños".
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