jueves, 8 de mayo de 2008

Tintero digital

¿Nos comemos los ladrillos?

Llevamos varios años escuchando la misma cantinela: "Cuando llegue la crisis del ladrillo, más de uno lo va a pasar muy mal". Pues bien, la crisis ya está aquí. Y hay varios frentes abiertos.
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El primero: el de las personas que, de una manera u otra, trabajan en la construcción. Son muchos los que están viviendo una situación dificil en sus trabajos. El dinero que llegaba todos los meses al trabajar "por cuenta", va disminuyendo. Y eso, los afortunados..., porque hay muchos otros que llevan meses sin trabajar.
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Y ahora, ¿qué va a hacer la gente con los Audis, BMWs, las casitas en el campo, el quad y tantas y tantas hipotecas? Esa es la palabra mágica: "hipoteca". La palabra, díria yo.
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Pero pensemos un poco en nuestra forma de actuar en los últimos años y olvidémonos de la crisis. ¿Qué hemos hecho mal? Quizás hubiera sido más sensato no haber derrochado tanto el dinero que iba llegando y mejor haber ahorrado. Sobre todo, porque ya se sabe que todo lo que sube, baja.
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Dije que había varios frentes. El otro es el del precio de los pisos. Personas jóvenes como yo, que pretenden algún día emanciparse de sus hogares, lo tienen a día de hoy muy dificil. Y todo por la escalada de especulación que hemos vivido en los últimos años. ¿Es normal que tengamos que pagar una hipoteca durante toda una vida? ¿O una millonada por unos escasos metros cuadrados? Benalup se convirtió en Berbery Hills de la noche a la mañana. Pisos de cinco o seis millones pasaron primero a valer veinte, luego treinta... y vamos para arriba.
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Es curioso que, ahora, se quejen aquellos que tienen que vender un piso a un precio muy inferior del que lo compraron. Siento decirles que no estoy de acuerdo: el precio sigue siendo muy alto. Otra cosa es que debido al boom inmobiliario, el precio al que lo compraron fuera alto al estar extravalorado. Pero seguimos hablando de un precio irreal.
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¿Hacia donde irá todo? Pues seguramente la cosa mejorará en un par de añitos. Pero desengañémonos: la cantidad de gente que vivía de la construcción no era normal. Y no creo que se vuelva a repetir dicha situación. Lo que sí espero, por el bien de todos (o casi todos), es que el precio de los pisos baje.

Juan Pedro Aguilera
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