miércoles, 29 de agosto de 2007

Desolados, hundidos, atónitos, perplejos, por Alfredo Relaño


No nos lo queríamos confesar, pero me temo que todos sabíamos que íbamos hacia un final así. Un final doloroso e inexplicable, pero que dábamos por escrito desde que supimos de los repetidos episodios de paro cardiorrespiratorio que sufrió Puerta en la ambulancia, camino del hospital. Cómo un muchachote de veintidós años, deportista fenomenal, puede caer fulminado de repente es algo que nos hacen sentir que somos de papel. Las explicaciones médicas existen, pero son desoladoras: una enfermedad silente, que no da la cara hasta que aparece como un síncope que con frecuencia resulta fatal.



Hay territorios que la medicina aún no alcanza, por duro que nos resulte reconocerlo. Hemos avanzado muchísimo, pero la Naturaleza se reserva todavía un siniestro dominio sobre nuestros destinos, y esta vez ha aparecido para arrebatarnos a un chico estupendo, uno de los héroes de este Sevilla arrebatador que ha ganado cinco títulos en quince meses. Como todos sus compañeros de equipo, Antonio Puerta era una fuente descomunal de energía y salud, un lateral imparable capaz de hacerse con los cien metros de la banda izquierda, marcar algún golazo como el del Schalke y pedir paso en la Selección Nacional.



Este mediodía será devuelto a la tierra en Sevilla, su Sevilla, rodeado de sevillistas, de béticos, de gente de todo el fútbol y de toda la ciudad, que ayer lloraba atónita. Otra fatalidad sevillista que nos remite al recuerdo de Berruezo, cuyo hijo, entonces sólo un proyecto en el vientre materno, es hoy futbolista en Ceuta. Ahora también un nuevo Puerta está desarrollándose en el vientre de una mujer a la que la vida golpea de forma atroz, pero que recibirá pronto compensaciones sin límite de esa criatura que lleva dentro. La vida juega con nosotros, pero hay que enfrentarse a ella con decisión y valentía. Como hizo él.



Publicado por Diario As, el día 29 de Agosto de 2007.

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