Me asusta la cara de un niño mirando televisión. Mejor dicho, me asusta la cara de todos, chicos y grandes, pasivos, inmóviles frente al tótem, pero en los niños me impresiona más. La boca medio abierta, los ojos de hipnotizado: si le hablas, no te escucha; si le tocas, no se da cuenta. Consume, en trance, no dormido pero tampoco despierto, las emociones fabricadas en serie. Horas y horas de aventuras para paralíticos. Los chicos reciben hechas las imágenes que nosotros - ¿hace tantos años? - inventábamos al leer.
Cuando yo era niño, quedarse dentro de casa resultaba un castigo.
Fragmento del capítulo "Un totem de nuestro tiempo", extraido del libro "Nosotros decimos no", de Eduardo Galeano.
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