miércoles, 30 de junio de 2010

PRENSA

Ir a menos
Manuel Alcántara
La Voz
30/VI/10

Hay quien confunde la patria con el patrimonio, pero a pesar de esos no se hace ningún lío. Una cosa es una cosa y la otra son todas. Nos espera, mejor dicho les espera a casi todos ustedes, lo que los historiadores conocerán como el trienio de la penitencia. ¡Cuán largo se lo fían a los que ahora estén siendo jóvenes! El porvenir tiene que aprender otro idioma si quiere que se entiendan los que habitarán en él. Sanpedro, escrito todo junto, que es casi tan mayor como San Pedro, el de las llaves de ultratumba, teme que todo esto estalle. El gran profesor de economía y buen escritor divisa transformaciones fundamentales, ya que la forma mejor de gobierno que hemos encontrado, que sin duda es la democracia, es ahora un disfraz de la oligarquía financiera. «El mundo tiene que cambiar», me decía Pablo Neruda, cuando yo tenía treinta y pocos años, en la alta madrugada de Valparaíso, entre copas de inteligente vino chileno.

El porvenir es algo que sólo les atañe a los demás, pero mientras uno siga siendo huésped involuntario de este planeta tiene que afectarle lo que suceda en él. Ser viejo es como ser extranjero y no pensar en empadronarse. ¿Para qué? Seguimos hablando de nacionalidades en un país de distancias tan íntimas como España. Cada uno es de su padre y de su madre pero otros sólo son de la madre que los parió, que no es la llamada madre patria. La purga del 'Estatut' no es que nos siga trayendo locos; es que lo estábamos de antemano.

El cambio se echa encima, pero no nos gusta que nos empujen. La maldita crisis ha hecho que haya menos matrimonios, menos divorcios y menos primeras comuniones. Nace menos gente en España, aunque los trámites para traerlos al mundo sigan siendo placenteros, si la memoria no me falla. Los que creen que Dios escribe derecho con renglones torcidos deben preparase porque vienen curvas.

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