domingo, 8 de marzo de 2009

PRENSA

Lola la Piconera, en la cola del paro
Juan José Téllez
diario La Voz

No sabemos donde nació Agustina Raimunda María Zaragoza Doménech, alias Agustina de Aragón: que si en Reus, que si Barcelona, que si Andalucía. Pero sabemos como murió la heroína: acuciada por las estrecheces y en Ceuta. Lola La Piconera, en cambio, no existió nunca, pero apostaría a que de vivir hoy estaría en la cola del paro. A rebufo del 8 de marzo, proclamado como Día Internacional de la Mujer a partir de una protesta laboral femenina en el Nueva York del XIX, vale que al menos una vez al año se recuerde a las damas que casi siempre pierden la partida, a las que les relataron cuentos de hadas y reinas pero terminan siendo cenicientas y peones de briega en los tableros del ajedrez cotidiano; las del chiste chusquero que les amplía la cocina para darles más libertad, pero también superwomen que defienden la trinchera doméstica, las largas jornadas laborales y la ausencia del hombre en su casa y en sus sueños. Esas vecinas que todos tenemos y no quisiéramos tener, como refieren Las Chirigóticas en su último repertorio. Mujeres de dos iguales para hoy y de la bata de guatiné. O las del pañuelo, aún, de doña Rogelia, anudado sobre el corazón de un mundo que dice respetarlas pero que las sigue olvidando. Mujeres en chándal o con ropa de marca, con zapatillas o con tacón de aguja, con pinturas de guerra aunque quieran la paz y que prefieren vestirse para vivir y no para matar.

Madres, compañeras, hijas y supervivientes, la que toma Prozac, la que toma la calle o la que toma el palacio de invierno. Funcionarias que se niegan a que el tópico les devore, extranjeras que ya no tendrían que serlo y que acumulan agravios como mujeres y como inmigrantes. Lesbianas que quieren adoptar y solitarias que buscan que alguna ternura les adopte. Solteras de esas que ahora llaman singles, transexuales camino de su utopía, jovencitas que no quisieran abortar pero que tienen que interrumpir su embarazo, mayorcitas que no quisieran trabajar pero que ni siquiera pueden hacerlo.

Y es que en la provincia gaditana, los nombres de mujer son mayoría en las listas del Servicio Andaluz de Empleo: 82.170 paradas, frente a los 72.345 hombres, a escala provincial, en el último repunte del desempleo. El porcentaje se repite en casi todas las zonas de la circunscripción provincial. Así, de los 1.273 nuevos parados del Campo de Gibraltar, el 52,9% son mujeres y el 47 % son hombres. Y, en Jerez, se contabilizan 14.518 paradas frente a los 11.982 hombres. Cierto es que también son las mujeres las que se han incorporado en mayor número al mercado laboral en los últimos años. A partir de los datos que figuran en el III Informe del Perfil de la Mujer Trabajadora de la Fundación Adecco, también fueron mujeres más de la mitad de las personas que suscribieron un acuerdo laboral en la provincia de Cádiz durante 2008. Que se queden en casa, sigue exclamando el machismo pedestre que aún nos acongoja. Que cobren lo mismo que los hombres, reclaman en cambio las voces sensatas.

Mientras el Instituto Andaluz de la Mujer otorga los premios Meridiana, que en su apartado de difusión han beneficiado este año a la delegación en Cádiz de la Federación Andaluza de Asociaciones de Endometriosis, Carmen Chico se ha hecho acreedora al premio Clara Campoamor que, en ese mismo contexto instituyeron los socialistas. Y la Fundación Municipal de la Mujer de Cádiz hace lo propio desde 2005, entregando sus galardones anuales a once mujeres «que han desarrollado una importante labor en su vida personal o profesional y que hasta ahora no habían visto reconocida». También, entre otros aciertos, esta vez se ha premiado al coro femenino Tirabuzones, «por su aportación a la presencia de las mujeres en los carnavales de Cádiz, siendo el primer coro totalmente femenino en las fiestas gaditanas».

Pero lejos de los fastos o de las fotos oficiales, la condición de la mujer sigue teniendo que ver mucho con la política. Y en dicho marco, no viene mal la creación del Consejo Provincial de la Mujer, auspiciado por el PSOE de Cádiz, que ya junta a 66 mujeres que ocupan cargos institucionales y orgánicos dentro del partido: «El PSOE no sólo ha trabajado con el referente de las cuotas de participación sino que en muchos casos ha superado el 40% de representación de las mujeres», se jactaba con razón Francisco González Cabaña, secretario provincial de los socialistas gaditanos. Claro que, desde Jerez, María José García Pelayo, portavoz local del Partido Popular, reprochaba al PSOE el incremento del paro femenino.

En cualquier caso, buena parte de los frentes de batalla que en la actualidad se abren llevan nombre femenino. Y entre las que forman parte del citado Consejo Provincial de la Mujer se encuentra la ministra de Igualdad, Bibiana Aido, quien el pasado viernes escribía un artículo en el diario El País, intentando explicar en pocas palabras los motivos que han llevado al Gobierno a modificar la ley sobre interrupción voluntaria del embarazo: «No queremos una legislación más permisiva, sino más segura -podía leerse-. Lo que pretendemos con la reforma de la ley es acabar con la inseguridad jurídica en materia de interrupción voluntaria del embarazo; una inseguridad que afecta, ante todo, a las mujeres, pero también a quienes, dentro del ámbito sanitario, emiten los dictámenes previos o realizan las interrupciones. Lo que deseamos es garantizar la equidad en el acceso a esta prestación, porque la ausencia de la misma perjudica a todas las mujeres pero sobre todo a aquéllas con menor independencia o poder adquisitivo y, en especial, a jóvenes e inmigrantes». No sabríamos qué habría dicho al respecto Lola la Piconera, que a fin de cuentas era hija de Pemán. Pero a lo mejor estaba de acuerdo con ella Agustina de Aragón.

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