martes, 3 de abril de 2012

PRENSA

Incomprensión
Almudena Grandes
El País 3/abril/2012

Yo comprendo que la fecha no habrá sido una elección de la Zarzuela. Comprendo que el Ayuntamiento de Mostar, o el Gobierno de Bosnia-Herzegovina, o quienquiera que haya programado la visita del rey de España para el 29 de marzo de 2012, no podía tener en cuenta la convocatoria de huelga general que las centrales sindicales españolas habían fijado para esa fecha. En la educación de Juan Carlos I, la formación militar desempeñó un papel tan relevante que es muy comprensible su interés por asistir a un homenaje al ejército español, sobre todo cuando se trata de reconocer el trabajo humanitario que llevó a cabo en una ciudad asolada por una guerra tan específicamente bárbara como todas las guerras civiles. Yo comprendo muy bien todo esto, e incluso que el Jefe del Estado no apruebe la convocatoria de una huelga general, porque un rey es, por definición, una persona de orden.


Pero los trabajadores que ejercieron su derecho a la huelga el jueves pasado, no son ni más ni menos ciudadanos del Estado español que quienes se opusieron a ella. En unas circunstancias económicas muy penosas, en condiciones laborales muy precarias, 10 millones de españoles afrontaron el riesgo de llamar la atención en sus empresas, y la rebaja de un día de sueldo, para proclamar su derecho a un trabajo digno. No hicieron huelga por capricho, ni para quedarse durmiendo una hora más, ni para armar jaleo por la calle. Lo hicieron para defender su herencia, el saldo de un siglo de lucha, de cárcel, de muertos que también fueron ciudadanos del Estado español y arriesgaron todo lo que tenían, y lo perdieron, para que sus hijos, sus nietos, llegaran a vivir mejor que ellos. Eso era lo que estaba en juego en España el 29 de marzo, lo que sigue estando en juego hoy.


Por eso, lo único que no consigo comprender es lo que en la Zarzuela no han entendido.


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