Qu´est que c´est ce merdé?
Juan José Téllez
Diario Público
Seguro que aprendimos francés con la Bardot, con Brel o con Zidane. Pero si la seño nos sacase hoy a la pizarra, tan sólo recordaríamos el célebre estribillo de La Trinca: quesquesé ce merdé? ¿Arde París?, seguro que pregunta el nuevo führer de los mercados que avanza sobre la Unión Europea marcando el paso de la oca.
Diez años después del 11-S, el terror también coloca bombas de relojería fabricadas en papel moneda. Primero tomaremos Manhattan y luego el mundo, vaticinó Leonard Cohen mucho antes de que le versionaran Lemon Brohters y los cazas de los bonos basuras que convirtieron Wall Street en Pearl Harbour. En esta nueva guerra peligra otra vez el mundo conocido; Europa como siempre es la primera en perder, Londres no anda precisamente como para defendernos y no nos fiamos ni chispa de los chinos.
La división Panzer de los especuladores bursátiles ya arrasó Irlanda, Portugal y Grecia. Luego atacaron la línea de flotación de España y de Italia, sin demasiada hostilidad, guerrilleros ni partisanos: tan sólo presentan cierta resistencia los alevines del 15-M y los maquis del sindicalismo. Poco pueden hacer las palabras y las pancartas contra esos inexorables batallones de números, esas legiones de carteristas de cuello blanco, ese nuevo Hitler de las finanzas a quien no terminamos de ponerle cara. A la señora Merkel le están quemando el Bundesbank y no se da cuenta de que también su país va a ser víctima de esta larga noche de bolsas rotas.
Han señalado con tiza la puerta del euro: las SS de un capitalismo de nuevo cuño, mucho más cruel que Tio Gilito, avanzan hacia nuestra casa. Y ni siquiera ya escuchamos la música de Wagner.
Diez años después del 11-S, el terror también coloca bombas de relojería fabricadas en papel moneda. Primero tomaremos Manhattan y luego el mundo, vaticinó Leonard Cohen mucho antes de que le versionaran Lemon Brohters y los cazas de los bonos basuras que convirtieron Wall Street en Pearl Harbour. En esta nueva guerra peligra otra vez el mundo conocido; Europa como siempre es la primera en perder, Londres no anda precisamente como para defendernos y no nos fiamos ni chispa de los chinos.
La división Panzer de los especuladores bursátiles ya arrasó Irlanda, Portugal y Grecia. Luego atacaron la línea de flotación de España y de Italia, sin demasiada hostilidad, guerrilleros ni partisanos: tan sólo presentan cierta resistencia los alevines del 15-M y los maquis del sindicalismo. Poco pueden hacer las palabras y las pancartas contra esos inexorables batallones de números, esas legiones de carteristas de cuello blanco, ese nuevo Hitler de las finanzas a quien no terminamos de ponerle cara. A la señora Merkel le están quemando el Bundesbank y no se da cuenta de que también su país va a ser víctima de esta larga noche de bolsas rotas.
Han señalado con tiza la puerta del euro: las SS de un capitalismo de nuevo cuño, mucho más cruel que Tio Gilito, avanzan hacia nuestra casa. Y ni siquiera ya escuchamos la música de Wagner.
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