miércoles, 5 de mayo de 2010

PRENSA

El nuevo día de Cai
Juan José Téllez
La Voz

De nuevo, José Ángel me pasa un canuto en 'La Chicharra', unos minutos después de que Ramón Rivero haya recitado a Rafael Alberti, en aquel poema tan lírico como épico que hablaba de los hijos de la mar de Cádiz. Hay un vendaval de trenkas y maxifaldas por la plaza de Fragela y llegan ecos de los últimos pespuntes de la Constitución. Es 1978 y vamos 'Más allá de nuestras mentes diminutas'. Ese fue el título del primer disco de Cai, cuando el grupo era un cuarteto con Chano Domínguez en los teclados y por sus armonías viajaban resonancias de Emerson, Lake & Palmer, pero también un no se qué del quejío del cante, entre el rock sinfónico y el jondo, mestizos como éramos, abiertos a un nuevo día que, si hemos de creer a Fernando Lobo, aún no ha llegado.

Por entonces, pensábamos que la corrupción era una competencia exclusiva del franquismo y que la tierra debería ser para quienes la trabajasen, que el futuro tendría que ser una noche abierta, como los Cai titularon su segundo disco dos años más tarde, mientras el arcoiris del sur era blanquiverde. Andalucía era el mundo pero el mundo era Andalucía, aunque nuestra patria fuera el viento y nuestros mejores himnos los cantasen las caracolas.

¿Dónde ha ido a parar toda aquella música? Cai era una metáfora del Cádiz y de la España de entonces. Ingenua como el primer amor, abierta como la juventud y libre como los sueños. Los parados se encerraban entonces en las parroquias. Ahora, vuelven a hacerlo. La industria naval estaba en tenguerengue y ahí sigue treinta años más tarde. Lo único que nos falta es recobrar la esperanza que entonces tuvimos, la gana ubérrima de ser diferentes, la creencia a pies juntillas de que seríamos capaces de cambiar nuestro destino.

Hoy, cuando las páginas salmón contradicen el optimismo del Gobierno, cuando los trabajadores y los sindicatos se miran como los jugadores del póker que llevan una mala mano y los grandes empresarios y banqueros se saben impunes ante el juicio de la historia, al menos nos queda la renovada música de Cai, que vuelve a casa, aunque ya no haya un vendaval de maxifaldas y de trenkas ni José Ángel me pase un porro en los recovecos de La Chicharra que hoy en día alberga a una pizzería.

Bajo la marca de 'Bujío' y al cuidado del formidable Mario Alberni, 'Metáforas de luz' se titula el nuevo disco que suena en el cedé, con la bandera de Cai enarbolada ahora por la voz inconfundible de Diego Fopiani y sin Paco Delgado, con José Antonio Fernández Mariscal y los teclados novedosos de Blas Lago. «La resurrección de Cai parece un milagro», opina Enrique Alcina. Ojalá que el milagro se repita y, ahora como entonces, volvamos a cantarle al nuevo día que aún no llegó.


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